viernes, 26 de abril de 2019

EL NABO GIGANTE

EL NABO GIGANTE


Esta es la historia de un nabo gigante, o de uno chiquitito que con el paso del tiempo se transformó en un nabo enorme.
Un viejo campesino había plantado un nabo muy pequeño en su huerta y todas las mañanas lo regaba y cuidaba para que pudiera crecer fuerte y bien grande.
-¡Tendré el nabo más grande del mundo! -repetía cada vez que lo veía-. Con él voy a preparar la sopa más sabrosa que jamás se haya cocinado.
El nabo crecía y crecía, hasta que un buen día, el viejo pensó que ya había llegado el momento de la cosecha. Fue hasta la huerta y, con todas sus fuerzas, tiró y tiró pero no logró arrancar el nabo porque era enorme y muy pesado.
-¡Rosa! ¡Vení! ¡Ayudame! Este nabo es tan grande que no puedo arrancarlo solo.
Rosa, la vieja, fue hasta la huerta y se tomó de la cintura del viejo. El viejo agarró el nabo y los dos comenzaron a tirar.
La vieja tiró del viejo y el viejo tiró del nabo, pero aun así no lograron arrancarlo.
La vieja, entonces, llamó a su nieto y los tres juntos volvieron a intentarlo.
El nieto tiró de la vieja, la vieja tiró del viejo y el viejo tiró del nabo, pero aunque el refrán dice que la unión hace la fuerza, esta vez no fue así porque ni siquiera uniendo las fuerzas de los tres lograron arrancarlo.
El nieto miró a su alrededor y vio que en uno de los corrales una vaca pastaba tranquila.
-¡Vaca, ayudame por favor!
La enorme vaca se acercó hasta la huerta; otra vez se pusieron todos uno detrás del otro y armaron una filita para poder tirar juntos.
La vaca tiró del nieto, el nieto tiró de la vieja, la vieja del viejo y el viejo del nabo.
Pero el nabo siguió inmóvil, parecía estar muy cómodo dentro de la tierra.
Entonces la vaca llamó a un cerdito que jugaba en el barro.
Con sus patas sucias, el cerdo tiró de la vaca, la vaca del nieto, el nieto de la vieja, la vieja del viejo y el viejo del nabo. Tiraron con fuerza pero no lo lograron.
Entonces el cerdo llamó al perro y todo volvió a repetirse.
El perro tiró del cerdo, el cerdo de la vaca, la vaca del nieto, el nieto de la vieja, la vieja del viejo y el viejo del nabo.
Tiraron y tiraron con toda la fuerza del mundo, pero no pudieron arrancarlo.
Al ver que aun así no había funcionado, el perro llamó a un gato para que pudiera ayudarlos.
El gato tiró del perro, el perro tiró del cerdo, el cerdo de la vaca, la vaca del nieto, el nieto de la vieja, la vieja del viejo y el viejo del nabo. Y... ¿saben qué? Aunque todos tiraron bien fuerte, no lo lograron tampoco.
En ese momento, una gallina y cinco pollitos pasaban por el lugar. Entonces al gato se le ocurrió que también podían colaborar.
Los cinco pollitos tiraron de la gallina, la gallina tiró del gato, el gato tiró del perro, el perro tiró del cerdo, el cerdo tiró de la vaca, la vaca tiró del nieto, el nieto tiró de la vieja, la vieja tiró del viejo y el viejo tiró del nabo. Tiraron fuerte, ¡bien fuerte!, ¡más fuerte que nunca!
Tiraron y tiraron y, cuando nadie se lo esperaba, el nabo salió de la tierra y cayó sobre el viejo, el viejo sobre la vieja, la vieja sobre el nieto, el nieto sobre la vaca, la vaca sobre el cerdo, el cerdo sobre el perro, el perro sobre el gato, y el gato sobre la gallina y los cinco pollitos. Pero a ninguno de ellos les importó golpearse, porque finalmente ¡habían logrado arrancar el nabo!
El nabo era el más grande que se hubieran imaginado y, para festejarlo, el viejo campesino cocinó una deliciosa sopa y los invitó a todos: a los cinco pollitos, a la gallina, al gato, al perro, al cerdo, a la vaca, al nieto y a la vieja.
A él mismo no se invitó, porque nadie se invita a sí mismo. Al nabo gigante tampoco, porque era parte del menú.
Y así termina este cuento, con todos felices pero sin comer perdices, porque a partir de ese día la sopa de nabo gigante se transformó en la comida preferida del viejo, de la vieja, del nieto, de la vaca, del cerdo, del perro, de la gallina y de los cinco pollitos.

Cuento popular ruso
Adaptación de María Lorena González

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